Claves para enseñar a un niño a montar en bici.

Reproducimos la entrevista que nos hizo el diario de Navarra para su publicación, sobre como enseñar a un niño a montar en bici.

¿Cómo elegir la primera bicicleta? ¿A qué altura deben estar el sillín y el manillar? Respondemos a estas y otras preguntas

Claves para enseñar a un niño a montar en bici

Nadie nace sabiendo y montar en bicicleta es una de las cosas que se aprende de forma más temprana en nuestra vida. Aunque algunos nunca aprendieron ni aprenderán, lo cierto es que la mayoría aprende a montar en bici en su infancia gracias a sus familiares.

Movernos en bicicleta tiene una doble ventaja: nos mantiene en forma y, al mismo tiempo, evitamos contribuir a la contaminación del planeta.

¿Cómo se aprende a montar en bici? Si en una conversación sale el tema, veremos que no hay ningún método claro: los hay que lograron desplazarse dando pedales con tres años o con nueve, los que aprendieron primero con ruedines o sin ellos, con un adulto sujetando su sillín y jugando al engaño de soltarle o solitos a base de empeño, en llano y cuesta abajo, con bicis más pequeñas o gigantes…pero ahora la pregunta es ¿Cómo enseño a un niño a montar en bici?

Jesús Sesé es monitor de Cicloescuela, una asociación que nació hace una década con la intención de «fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte en zonas urbanas» y que enseña a pequeños y a grandes a manejarse sobre la bicicleta.

LOS PASOS.

Se basa en un método de cinco pasos: «Primero trabajamos el equilibrio, buscando una cuestecita pequeñita para que tomen inercia y vayan levantando los pies solos».

Luego introducimos la pedalada, la arrancada, y ya giros amplios a izquierda y derecha.

Nuestro curso es de seis horas de duración divididas en dos días. Suele funcionar en un solo día con los peques. Después el trabajo que queda es practicar: coger una explanada, un sitio amplio y sin gente y dar vueltas y vueltas».

La segunda parte del curso sería el afianzamiento. «Jugamos con la bici. Soltando una mano, otra, mirando hacia un lado, otro, hacia atrás… Hacemos juegos con aros, con relevos, vamos circulando de la mano para aprender a ir en paralelo… y al final de ese curso hacemos una pequeña rutita y ponemos en práctica lo que hemos aprendido. Al final si sabes soltarte de una mano sabes señalizar una maniobra o puedes coger mi botella de agua sin mirar».

El método que emplean  para enseñar a los niños a montar en bici , consta de cinco pasos «es copyleft, es conocimiento compartido que está ahí para el que lo quiera usar y que viene de los países del norte de Europa, de los años 50 y 60 cuando mucha gente del sur de Europa que no sabe montar llega a una cultura con la bicicleta arraigada.

La Ciclería lo trajo a Zaragoza y nosotros lo aprendimos allí y lo bajamos a Madrid. Tiene resultados súper efectivos. «Con los niños es mágico».

LOS DOS ERRORES.

El maestro de ciclistas destaca dos claves fundamentales a la hora de enseñar a  un niño amontar en bici.

La primera es prescindir de los ruedines, no usarlos en ningún momento. «No aprenden a equilibrarse porque buscan el apoyo de un ruedín o del otro. Mejor bicis de equilibrio, son ideales para empezar a partir de dos años y medio o tres».

El segundo consejo (o error que cometemos) es «no tocar nunca la bici, ni agarrar ni sostener». Y el motivo es el mismo, el equilibrio es el objetivo inicial y «si les agarramos al final no lo cogen porque tienden a apoyarse».

Vale, empezamos con una bici de equilibrio con un niño de unos tres años. ¿Cuándo pasar a una bicicleta infantil convencional? «No es tanto una cuestión de edad como de que veas que el niño tiene el equilibro cogido», explica Jesús Sesé, «sí que es verdad que con unos tres años, no tienen fuerza para la pedalada, por eso yo creo que a partir de cuatro o cinco años es el momento ideal para dar el salto a una bici con pedales».

¿CÓMO DEBE SER ESA PRIMERA BICICLETA?

Lo primero es que la bicicleta sea de su talla. Os enlazo aquí un cuadro de tallas infantiles

Tallas para las que lo que se tiene en cuenta son las pulgadas de la rueda. Lo que prima siempre es la altura, la edad es aproximada.

El monitor de Cicloescuela asegura que hace «mucho hincapié» a todos los que le piden consejo al comprar la primera bici en que sea ligera. «Las bicis de los niños si son en hierro pesan muchísimo y los peques no tienen fuerza para arrancar la pedalada.

Además, no llevan cambios o si los llevan no los manejan, con lo cual lo más importante es que pese poco, si es en aluminio mejor, y con pocos accesorios».

Otra duda frecuente es si deben tener barra central.

Jesús Sesé afirma que «con los niños no pasa nada» si la tiene, pero con los adultos es preferible evitarla. «A los adultos sí que les decimos que su primera bicicleta sea a ser posible sin ella porque van a perder miedo a quedarse enganchados. De hecho nosotros enseñamos con bicis plegables porque son ligeras y no tienen esa barra central».

LA ALTURA DEL SILLÍN Y EL MANILLAR

Tenemos ya nuestra bicicleta y a un niño pequeño deseoso de subirse a ella. La siguiente duda es a qué altura graduar el sillín y el manillar. Sesé explica que «si acaban de coger el equilibrio y la pedalada, lo ideal es que lleguen con toda la planta del pie al suelo. Y luego ir subiendo el sillín progresivamente hasta que lleguen con las puntitas, pero depende mucho del niño, si ves que se lo subes y no se siente seguro, lo vuelves a bajar».

Aspirar a que el niño termine tocando la bicicleta con la punta de los dedos no es un capricho: «si cuando pones el pie en el pedal la pierna queda extendida casi hasta el 100%, sin llegar a estar estirada del todo, aprovechas la máxima palanca de la pierna, ganas mucha eficacia en la pedalada. Y pedalear encogido al final provoca lesiones».

En cuanto al manillar, la idea es que «el cuerpo no baje 45 grados sobre el cuerpo de la bici». No obstante, Sesé recalca que «nosotros no enseñamos para ciclismo deportivo, que van con una postura más agresiva, más inclinada sobre el manillar, para tener más equilibrio, nosotros enseñamos para gente que va a dar un paseo. Para eso mejor que vayan, no estirado del todo, pero sí erguidos sobre el sillín».

En cuanto a la protección, Sesé destaca que hay que llevar casco, obligatorio hasta los 16 años, pero que rodilleras y codilleras no son necesarias. «Si vas a hacer un descenso desde la Morcuera pues ponte rodilleras, codilleras, espaldera y todo lo que puedas, pero si te vas a dar un paseo, ponte el casco y ya está. Si voy a trabajar en bici no voy a ir en licra fluorescente».

¿POR QUÉ ACUDEN LOS PADRES A UNA ESCUELA DE CICLISMO?

Es una tendencia al alza, cada vez más padres prefieren pagar para que enseñen rápidamente a su hijo a montar en bicicleta antes que enseñarles ellos.

Una demanda que se recrudece en primavera. El monitor de Cicloescuela reconoce que «hace diez años no te entraban tantos correos para enseñar a peques de 5 años». ¿Por qué? Sesé cree que el principal factor es la falta de tiempo de los progenitores, pero no el único.

Apunta también a «los entornos en los que vivimos, el cambio de ocio de los peques, que además motrizmente se les nota, y la edad de los padres. Si tienes que doblar los riñones con cuarenta años no es como antes que nuestros padres nos tenían con veinticinco» y a la «la falta de un método. El que tiene tiempo y ganas y sale al parque y coge el sillín por detrás, va a tardar muchísimo más».

También en la enseñanza a y en los cursos de  adultos  , para aprende a montar en bici, han notado un cambio de tendencia.

«Es curioso, al principio nuestro perfil era una mujer de mediana edad, de entre 45 y 55 años que no había tenido la oportunidad de pequeña de aprender porque el regalo típico en aquellos años para el chico era una cosa y para la chica otra. Y ahora nos está entrando mucha gente de entre treinta y cuarenta años que se ha criado en un entorno muy urbano y los hábitos de juego eran otros, sus padres tal vez tenían menos tiempo».

Nunca es tarde para aprender y el método es el mismo. «Lo que hacemos es no mezclar grupos porque los niños tienen otros tiempos, aprenden más rápido pero tienen más descansos y se trabaja de otra manera. Con los adultos hay más miedos», explica Sesé.


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